Yo... no sé cómo empezar a escribir esto.
Denominémoslo como una carta a la gente de mi día a día.
Querido papá... desde pequeña he intentado complacerte. Hacer que estuvieras orgulloso de mí. Notar un mínimo de gracia por algo que yo he hecho. Un pequeño reconocimiento.
Pero no... Sólo has roto mis sueños y mis regalos, además delante de mí... sin anestesia. No sé cómo explicarte lo que me ha marcado y me ha dolido esto. Me he sentido un cero a la izquierda durante más de media vida.
Pero también he de reconocer que te debo dar las gracias. Has hecho que me calle muchas cosas, que intente ser hermética. He aprendido, gracias a ti, que no puedo ser débil, que llorar delante de alguien es darle poder y que no se puede permitir. Que sólo me puedo fiar de mí misma. Y, sobretodo, que ya que mi abuela no nos cuida desde aquí, yo debo ejercer ese papel con mi madre y mi abuelo. He de ser fuerte contra viento y marea. He aprendido a no derrumbarme en público, a saber esconder los dolores físicos y del alma.
Querida mamá....
Lo siento tanto.... he sido un fracaso en muchos sentidos. Ojalá hubiera podido darte más felicidad y te hubiera podido restar esas horas que pasaste en vela por mi culpa. Siento que te he consumido.
Siempre has sido la única que, verdaderamente, ha estado ahí. Y te quiero. No puedo concebir una vida sin ti a mi lado.... y por eso mismo debo protegerte de aquello en lo que me he convertido.
No me verás los cortes. No me verás llorar. No verás las depresiones y bajones; mis ganas de morir y de matarme. No puedo permitirlo.
Eres un haz de luz en medio de esta basura y oscuridad. Sigo aquí por ti, en gran medida...
Te quiero mamá.
Yayo.... eres mi hombrecito. Siempre lo fuiste. Mi segundo padre. El que me ha criado y me ha llevado por más de medio Madrid. El que me ha contado batallitas de su Jaén... aquel que ha perdido mucho tiempo en mí.
Y puedo jurar que mataré sólo por oír tu risa. Que si te veo llorar, me quemo por dentro. Que nunca te dirigí, te he dirigido o te dirigiré una mala palabra; no a ti. Eres mi pequeño tesoro. Eres la pureza en este horrible y asqueroso mundo.
Tú y la yaya fuisteis los únicos que creísteis en mí... y soy tal y como soy, así, gracias a los dos.
Os quiero...Dios mío...
A mis tíos... gracias por desviviros por mí. Me habéis tratado como a una hija más. Me habéis dado todo lo que podíais y más. Y no tengo palabras. No he sabido agradecerlo. No he sabido haceros felices.
Lo siento muchísimo.
Os quiero.
Por favor, vivid. Disfrutad. Sin ataduras. Por mí.
A mis 'amigos'. No sé qué habéis visto en mí, que seguís a mi lado y no habéis puesto pies en polvorosa. Me habéis sacado de muchas. Lo siento si a veces soy muy cerrada y no os cuento cosas... no me quiero fiar de nadie, no quiero daros el poder de luego hundirme.
Os quiero.
A Sergio... qué decir de él.... que lo amo. Que es mi puta alma gemela. Que sabe más de mí que yo. Que me destruye muchas veces sin darse cuenta.
No se merece un desastre como yo; alguien que no sabe olvidar, que no sabe poner punto y final a los asuntos..... una chica depresiva, suicida, con trastornos mentales... lo siento Sergio. De verdad. Gracias por haber sacado lo bueno que había escondido.
Espero que mi aparición en tu vida haya servido de algo.
Te mereces lo mejor. Y ojalá lo tengas algún día.
Te amo y te amaré; esté donde esté, viva o muerta; hayamos separado nuestros caminos o no; da igual .... yo te amaré siempre. Kunai.
En verdad.... es una carta con complejo de despedida. No me voy a ir ya. Tranquilidad.
Sólo necesitaba plasmar esto.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario