Sergio.

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martes, 26 de enero de 2016

Después de cerrar el chat de Whatsapp con su novio, no supo qué hacer.
Antes de que pudiese darse cuenta y tener total consciencia de lo que hacía, se levantó y abrió el cuarto cajón de su armario. De allí sacó la cuchilla del cuter.
Se sentó en su cama, pensando en la conversación.... en todas las anteriores. Se preguntó cuál era el problema.
Empezó a llorar.... pero en silencio. Como siempre hacía.
Se remangó la manga derecha y en su brazo limpio, empezó a deslizar esa hoja; primero con miedo.... pero según vió que se abrían y brotaba la sangre, con más ganas y fuerzas.
Dejando salir por ahí el dolor. La rabia. La angustia. Las dudas. La indecisión.
Era lo suficientemente cobarde como para no discutir con él, pero sí era valiente para cortarse.
Cuando por fin vio gotear la sangre al suelo, abrió un cajón de debajo de su cama, sacó las gasas y el esparadrapo y se curó el brazo.
Se tapó. Y se acostó.
Y así, empezó la primera de sus noches de tortura.

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